"...el pasado no tiene peso en la gravedad del ahora..."

Arturo Meneses Arce: Escritor en ciernes, Poeta varado, Filósofo superado...

miércoles, 19 de enero de 2011



Crónica de Una Camiseta Sudada

  
     El 4-0 del último fin de semana tuvo un preámbulo por demás interesante que me gustaría narrar, pues al lector interesado en estas líneas seguramente desconoce de ciertos detalles que conspiraron a favor del  merecido tricampeonato. Este año le prometí a mi mujer que no volvería a jugar por las olimpiadas de ex alumnos, debido a que en años anteriores generaba en mí sentimientos de culpa, nostalgia, depresión, estrés, ansiedad, insomnio desmedido y una erotomanía que el placer termina  convirtiéndose  en una verdadera tortura. Los correos previos a tan esperado evento alimentaron mi angustia de tan sólo pensar en estrenar unos chimpunes dorados que a escondidas compré el otoño pasado, pero el placer de contemplarlos en mis pies y sentir las felinas costuras de la marca terminaron  delatándome cuando mi hija le dijo a su Mamá que Papi tenía unas zapatillas doradas como su “Barbie Ballerina” que en ese mismo otoño también le compré; demás está decir que gasté un amplio repertorio de disculpas y promesas que Ella implacablemente rebatió con la cruel sinceridad que ante las pruebas una mujer se permite  acribillar, es más, las finas sutilezas propias de su género  ante tan mordaz y cáustica crítica me hicieron pensar que mejor estaría Yo casado con “Katty Perry” a estarlo con una descendiente del más cruel Samurái; pero si en algo los hombres podemos ganarle a las mujeres es en cansancio, estuve un mes llenándola de mimos y detalles que hicieron quebrantar su férrea voluntad e inagotable  inteligencia en favor de una tregua que vence a finales de este año, es decir, después de diciembre ¡no más fútbol!.
 “Toda promesa tiene fecha de expiración”, con esta frase de cosecha personal puedo resumir el párrafo anterior para situarme en el primer partido contra la 91; encuentro que no pude asistir por estar inmerso en las negociaciones para participar optimistamente en la segunda fecha y no en la final haciéndole  barra a la “Gloriosa Noventa” como apodamos Rafael y Yo.  Los vanos intentos de Roberto con sus reiteradas llamadas para jugar ese Domingo ahondaron mi ansiedad sumiéndome en una profunda tristeza al pensar que por mi culpa, mi grandísima culpa podía la Gloriosa 90 perder por W.O. , o que, los jugadores de contrabando y/o mercenarios podían hacernos perder en mesa, típica estrategia de nuestro archirrival la 86´. Pero la fortuna siempre está de lado del campeón y la promo sacó a relucir el pundonor dormido después del último campeonato del 2009 para imponerse sobre un rival que este año se esforzó por reunir lo mejor de sí.
Los días de la semana siempre se alargan para el enfermo en ansiedad pues, como el amor es impaciente, el fútbol es lo que más se le parece en cuanto a pasión se refiere y, los caprichos de tan intensos sentimientos provocaron una andanada de correos electrónicos en los que el tenor era  invocar, suplicar, convencer, seducir, a aquellos díscolos compañeros que innoblemente no correspondieron al amor por la camiseta de la “90” el Domingo pasado. Primero el chato Guevara me escribió un breve pero correctísimo Mail en donde muy educadamente (que diferencia a los que le escribe a Julio) invoca  aplacar mis pérfidos sentimientos hacia la promoción que me vio nacer y asista al encuentro que se venía, debido a que, por múltiples circunstancias el equipo llegaría disminuido al Domingo y con la ausencia importante de sus más destacadas figuras. Segundo, Raffo, cuando no, me abordó, para vergüenza mía en el Facebook, pidiéndome no traicionar la unión y solidaridad  que antaño efervecía en nuestros tiempos mozos  exponiéndome mil y un razones  por las que debía considerar mi honor en juego. Mi  red social colapsó por un sin número de comentarios invocatorios de enlaces ajenos a la promoción, esto casi se volvió una cadena  exhortándome a jugar, ex compañeros/as de trabajo, universidad y la de alguna avezada trampa escribieron comentarios que la ironía criolla sólo se atrevería a comentar. Con un sin fín de pruebas, fue más que contundente, que mi promesa de no volver a jugar por la Gloriosa Noventa, debía discurrir en el más profundo olvido; borrando uno que otro comentario comprometedor sustenté a la dueña  de mi cama las razones por las que debía jugar, prometiéndole una vez más que el próximo año, por mi propia salud mental, no volvería a jugar.
“Todo partido es una historia de amor aparte y como en todo romance, ronda también la tragedia”, con esta otra frase de mi cosecha personal me situaré en la antesala del segundo encuentro que se tornaba cada vez más polémico, pues me cayó como agua fría la felona actitud (una vez más ) de la 86 en cuanto respeto y decencia deportiva se refiere, imitando el glorioso e inexpugnable Naranja que convertido en armadura deportiva nos acompañó en el bicampeonato anterior; estos “abuelos de la nada” sin respeto alguno y echando por tierra su identidad osaron imitar nuestro uniforme con el único fin de Jodernos psicológicamente en una especie de guerra preventiva que no estábamos dispuestos a tolerar, luego, la cantada inasistencia de las figuras del equipo contra la 89´ puso nervioso a más de un compañero que se fiaba de la buena voluntad de Dios para que los refuerzos  recientemente convocados asistiéramos sin falta a ese partido. Por mi parte mi mujer notó sospechosamente algunos comentarios en mi red social algo subidos de tono cuando le mostré la generosa cadena  de comentarios que instigaban a volver a vestirme de corto. Separando las distancias mi Facebook se convirtió en mi propio “Wikileaks”  que amenazaba con impedirme jugar, pero en un arranque de cinismo negué cualquier maliciosa interpretación e intencionalidad hacia los repechajes con trampas pasadas por lo que Ella debía dormir tranquila. Para aplacar la angustia del partido con la 89´ empezó a volar mi imaginación comparando al equipo de la 90´con una Legión Romana, usé la metáfora como simbolización y desempolvé algunas palabras en latín de mi memoria que el Ex Director del Santa Rosa, R.P. Reynaldo Rodríguez me enseñó en San Marcos. Colgué en el muro de la red social algunas frases en tono épico que emocionaron a más de un compañero. La imagen de nuestra promoción envalentonada como una inquebrantable Legión conquistadora animó a más de uno como Leonardo y Rafael que el día del partido frotó sus manos con la tierra del campo de batalla imitando, acaso, a Russell Crowe en la película “Gladiador”. Sea por lo que fuere, por simple cábala o destino, esa figura me emocionó y para no quedarme atrás invoqué mis plegarias al “Sol Invicto”, aquella deidad usada por las legiones Romanas antes de una batalla.
El contundente 3-0 con que derrotamos a la promo de Pankuka y el Chino Chang auguraba un camino que se fue trazando desde que se inauguró las Olimpiadas de Ex alumnos; la hegemonía y paternidad de nuestra Gloriosa 90´ frente a otras promociones se debe a la actitud y disciplina forjada en la memoria viva de la nostalgia del compañerismo colegial, más identidad que esa, ninguna. Al terminar el partido restregué mi cabeza con la camiseta naranja sudada, sentí el olor de mi esfuerzo, extendí mis brazos para sentir la gloria, volví a Ser niño, volví a sentirme héroe otra vez. 
“Ningún Ejército es invencible, más aun cuando la arrogancia aplaca el espíritu y ahoga su Corazón”, con esta última frase de mi cosecha personal  me ubico en el último Domingo que Campeonamos. Érase una semana atípicamente lluviosa y calor de bochorno, Chosica terminaba su semana mojada desde los cimientos hasta sus techos llenos de cachivaches, el agua fluía por los desfogues y Yo pensaba que el encuentro que se avecinaba iba a estar plagado de mosquitos, verde fangoso, garúa improvisada y la violencia desmedida producto de la mala leche del negro Mendoza y Cía.
 “…el clima se muestra ambiguo, en las Legiones estamos acostumbrados a los ambientes extremos como el calor de Siria y Palestina frente a flechas Partas, o, a lluviosos contra las hordas de bárbaros Alamanes a orillas del Rin…”                                          
                                                             ( Dionisio"Anábasis Legionaria”).                                                          
Me equivoqué. Muy temprano por la mañana el Sol despuntaba su enérgica presencia entre nubes de algodón, mi “Sol Invicto” se mostraba generoso por aclimatar un día que se torna auspicioso para la “Gloriosa Noventa”. Sí, mi Legión de compañeros calentaban los ánimos sulfurados desde sus hogares, algunos como Yo quebrantamos la ley de “no sexo” antes de un partido pero como ya expliqué líneas atrás esta fecha me vuelve insoportable. Al llegar al estadio desde la puerta divisé un color naranja familiar, pero la contextura casi obesa y las “pipas” beligerantemente cheleras de esos “entes” me llevaron a la conclusión que afanosa la 86´estaba decidida a fraguar algún ardid en contra nuestra modelando, ufanos Ellos, las burdas imitaciones de nuestro naranja Bicampeón, los muy ilusos dejaban al descubierto que por debajo de la mesa nos robarían la titularidad de nuestra camiseta en cancha mandándonos a jugar con el vil oprobio de los chalecos, pero no contaban con que nuestros “estrategos” les tenían reservada una sorpresita a minuto de empezar el juego. Mientras las nubes ensombrecían brevemente el campo, mis colegas de armas ya calentaban  con estiramientos y la calistenia  que aprendieron  en las clases de educación física con el profesor Fernández allá por los ochentas; la lista de integrantes de la promo se lucía completa, soldados, mercenarios y centuriones se apresuraban a enfundar las indumentarias de la ocasión, fajas para disimular la vida sedentaria, doble media, canilleras, tobilleras para resistir alguna artera patada, y por supuesto lo equivalente a la “cota militar” nuestro naranja bicampeón mostrábase  radiante, lavado y perfumado con “Caricia”, de su color, tan intenso como las cosechas en “Huando” nadie dudaba que nuestra camiseta haría delicias en el campo y haría pagar caro la insolencia de la 86´, nuestro naranja flamearía como banderas o estandartes de nuestra Legión, e usaríamos las suyas de trapeador mordiendo el polvo de la frustración en otra Olimpiada más. El ánimo de los nuestros estaba al tope, Roberto y Raffo lucían hidratados, Pepe impaciente y provocador como cuando entrenábamos adolescentes en “El Bosque”, Diego enfundaba su cuerpo de fajas “Kevlar” como un legionario romano cubría, en tiempos antiguos, la “Lorica Segmentaria”; Roque dilucidaba sobre mundos paralelos y “el cabezón” apagando el caldero por la amanecida de su cumpleaños; es decir, la moral alta predecía a cinco minutos de la batalla, la entrega absoluta por el tricampeonato. Como no todo en la vida es perfecto,  Octavio nos trajo la noticia: ¡no jugaríamos con nuestra camiseta titular! La pícara “argolla”, esa felonía típica de los compadrazgos, amarres y de la muy limeña mediocridad conspiraron a desfavor nuestro para que nuestra camiseta campeona pierda su intensidad cubierta del asqueroso trapo de un chaleco desde el último Domingo sin lavar. Como era obvio desde tiempos del clásico “apanado” colegial, el equipo se le fue encima a Guevara increpándole por este nuevo insulto a nuestra Gloriosa Noventa, pero en este campeonato las reglas no las hacen los vencedores sino los argolleros.  El chato soportó estoicamente la gran “puteada” del equipo pero como ya se las olía desde la reunión de delegados, abrió su maletín repartiendo, como las barajas de un Póker, las nuevas y bien entalladas camisetas ahora Azules como España Campeón mundial. El jolgorio se apoderaba de la noventa, la promoción 86´no salía de su perplejidad al vernos enfundar nuestras nuevas y relucientes armaduras azules igualitas al último campeón del Mundo, tan mortal imagen disipó cualquier duda sobre quien campeonaría este año, nuestros cuerpos ahora lucían la dignidad propia de un campeón; después de eso, lo demás es historia conocida.
Narrar los entretelones del partido, los pases, las alineaciones es ejercicio ocioso para mí, eso se lo dejo a Raffo y su habitual entusiasmo, por mi parte diré que el segundo Gol a favor nuestro definió el partido, los cambios fueron pertinentes y la entrega de los muchachos fue a muerte. Las camisetas dignas de un piscinaso por el sudor y el último Gol del chato como rectificando el mal rato de las camisetas sellaron una tarde redonda, clavarle 4 veces nuestro estandarte en sus redes fue un orgasmo múltiple que sacudió el estadio por sus cuatro costados, levantamos nuestra Copa como los campeones que somos, gritamos hurras y nos tomaron harta foto para las páginas de sociales, es decir nuestra Legión se ganó la inmortalidad, los dioses nos coronaron con el Olivo y nuestros poetas cantarán el tricampeonato por tres siglos más.
                                         
                                                       “…Mis Legiones ganan batallas hasta con los pies…”  
                                                                                                                                 ( Julio César).
    No me quedé en la orgía sangrienta de las celebraciones por el “repaso” al enemigo, es decir, no me gusta hacer leña del árbol caído, prefiero el calor del hogar donde sigo siendo un “Rey depuesto” por la dictadura de las mujeres de mi vida. Llegué a casa y me recibió mi princesa con la convicción de saber que Papi volvió a ganar; sudado y extenuado miré a mi mujer quien con una sonrisa de satisfacción me dijo que no tenía remedio, ¡hombre al fin y al cabo!.  Este Legionario por la noche contempló otra vez la camiseta azul campeona; sudada hasta el tuétano dispuse meterla en la lavadora cuando mi mujer me retuvo el brazo para decirme “no la laves, vuelve a sudarla conmigo” a lo que sólo puedo agregar, que esa noche, volví a campeonar una vez más y por goleada, por supuesto.
                                                                                     FIN…

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