"...el pasado no tiene peso en la gravedad del ahora..."

Arturo Meneses Arce: Escritor en ciernes, Poeta varado, Filósofo superado...

martes, 25 de enero de 2011



CHINÍN POR TRES


1.      Erase un niño inquieto, de relativa altura a nuestra escaza primaria, con el cabello lizo y brillante como los encharolados zapatos de los 80’ y el pantalón “Mocha Graña” plomo oscuro clásico, casi pulcro e invicto, sin los parches en las rodillas como usaba Yo, Roberto y Nino Rainusso. Creo que era un fetichista de las insignias pues las suyas estaban nuevas como recien compradas a la secretaria del colegio (cuyo próspero negocio, el abastecer de menaje relativo al Santa Rosa, recién empezaba). Carlos Santos Benavides de nombre completo, su primer apellido, a la sazón, sería una ironía, pues la  santidad y proligidad de su persona se fue diluyendo en los noventa como el prestigio del colegio.    “Chinín” como le decíamos, era un buen compañero, insólitamente lacónico para la cantidad de actividades que destacaba en la primaria, era bueno en matemáticas, lenguaje, participaba en actuaciones del salón, era bueno en fútbol ( lo que más le gustaba), sobre todo era buena gente; hablaba poco y hacía mucho, eso sí, tenía una particular risita “cachasienta” “ji, ji, ji ,ji …”. Fue una década, para el colegio, pródiga en glorias deportivas y académicas, no era raro contagiarnos con el entusiasmo y “Chinín” no era ajeno a las selecciones de menores, participaba en  ADECORE y era insustituible en el equipo “A” del salón; más de las veces mi Viejo lo invitaba y llevaba al “El Bosque” para que de “contrabando” juegue la copa  “Amistad” por el Club, pues era un delantero metódico y aguerrido, goleador no era, pero sí te las ponía todas fáciles, solo para añadirlas, debo confesar que me hizo famoso en mi mejor época como pelotero. No lo recuerdo en un cuadro de honor de los que por entonces los padres de uno se glorificaban pero dentro de los diez  primeros,  el  buen “Chinín”, destacaba.
2.     En la secundaria , ahora más locuaz, desaliñado y con nuevas actitudes, destacaba entre otras cosas por su hermana Angela cuya “personalidad” sobresalía  entre las demás nínfulas del Rosario de Fátima, en varias portunidades me calentó la mano y la de otros compañeros como al extraditado Loza del “San Agustín”. "Chinín" Santos fue dejando sus mejores cualidades de la primaria por otras mas estériles, a pesar de sus inseparables Ulises, Chacalita y Bindi se hizo uña y mugre con el recien adoptado “Mojovich” cuyo Croata apellido el gordo San Román e Iza se encargaron de inmortalizar con más de una broma. Mojovich lo inició en las artes oscuras y extremas del “Metal”( vèase trash, death, black ); la brillantez acadèmica y deportiva  de “Chinìn” se iban diluyendo entre las sombras de su propia rebeldìa, se aislò de cualquier actividad extracurricular y el fùtbol ya no era su fuerte. Pero ganò otros amigos supongo, era de los màs destacados “chongueros”, su mètodo era el del chongo-solapa, nadie, ningùn profesor lo pillò y si lo hicieron fue rara la vez que lo castigaron, esa cualidad etèrea, subterfugia, y clandestina lo mitificò; era asiduo al tràfico de pornos e infaltable en temas de “la paja”. Lo que le encantaba era Metal, junto a Plumen, Fuchi  y Yo el intercambio de revistas, cintas y discos era casi a diario, ahì descubrì una cualidad original en “Chinìn” tenìa una aficiòn por el arte, algunas caràtulas (fotocopias en blanco y negro) se encargaba de enbellecer con colores y buen gusto; con el lapicero, se acordaràn algunos, nos tatuò, es decir, dibujò iconografìa metal en nuestros brazos, el màs logrado fue la imitaciòn de las calaveras de Tracy Gun –guitarrista de “L.A. Guns”- al hombro de Carlos"Chacalita"García. Notè, por aquella època, que cierta melancolìa lo rondaba, nadie imaginò que entre sus bromas y travesuras solìa evadir aquel insondable sentimiento que desencadenarìa un final tràgico a nuestro entrañable amigo.
3.     Fuera del colegio nos encontramos estudiando en la academia "Ariel", era un hecho que  a él poco le importaban los estudios, recuerdo que recogía a su enamorada “la gata” que, en honor a su apodo, ya le había dejado sendos surcos en la cara, brazos y cuello. Por la música en común y el desauciado intento por formar una banda de Metal junto a Plumen nos hicimos más amigos pero sus reiteradas faltas a las reuniones, el viaje al extranjero de “Dedos” Villagrán y mi ingreso a San Marcos terminó por distanciarnos y lo perdí de vista. En algunas reuniones de Santa María me encontraba con Roberto y al preguntarle por la gente de la promo era inevitable  el tema “Chinín” cuya conducta iba en caída libre hasta su encierro junto a sus demonios; ignorante Yo y enterado Roberto el buen Santos arrastraba debilidades desde el colegio. Nunca fui ni seré nadie para juzgarlo, pero sus noticias me dejaban perplejo y con una profunda tristeza.
         Algunos años después y pocos antes de su muerte me lo encontré celebrando el cumpleaños de Leonardo en un lugar bautizado por ese genial “Chinín” como “Cueva de los Tallos” un huarique debajo del puentecillo peatonal de California entre piedras y juncos a orillas del río. La impresión que  me causó al verlo fue grande,"Chinín" ya no era más aquel chiquillo prolijo e intachable en la primaria, ni el rebelde metalero con sensibilidad artística de la secundaria, el buen “Chinín” dejo de ser “Santos”, era un hombre desgreñado, pálido, flaquísimo y con la barriga hinchada, su rostro reflejaba los avatares de la sobrevivencia de un acontecido encierro; en su abrazo beodo, lo sentí débil y quebrado, pensé que en cualquier momento se me partiría si lo abrazaba más efusivamente como en cualquier reencuentro  de amigos después de años. Mientras Yo ensayaba una precario extirpado de  de 8cm de vidrio en la planta del pie de Leonardo con su respectivo torniquete para evitar el desangre, “Chinín” no perdía la ironía y el ácido humor que lo hicieron famoso en nuestra promoción, hasta se reía de sí mismo y de su aciaga suerte. En un sin fín de aventuras en esos años que no nos vimos iba desilvanando la trayectoria de su propia tragedia, me reí mucho es verdad, pero tristemente ya no era el “Chinín” de antaño, era otro,  tan distinto como el que murió de forma cruel y trágica. El “chinín” Santos que recuerdo se inmortaliza en los mejores momentos de nuestra juventud para descanzar en paz junto a otros (a su manera) héroes de mi promoción colegial ...

                                                       
                                                      FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario